A la crítica de la metafísica de la omnipresencia de la parusía está dedicado este libro de J.J. Martínez Olguín, que designa como el horizonte de una Política de la escritura. Este término no debe entenderse como la apropiación por parte de una institución con fines educativos de las prácticas, públicas y privadas, del acto de escribir, un control de su producción, su circulación y su difusión. La tesis del libro es que este concepto está mal construido y que esta oscuridad enmascara así el verdadero poder de la escritura, que es ser una ontología, una inscripción en el ser. La metafísica instituyó, desde Platón, un sujeto que habla, y que permanece, inmóvil, bajo el influjo del teléfono, bajo el dominio de aquellos cuyo logos alcanza lo absoluto. Para J.J. Martínez Olguín, este sujeto da paso al gesto que escribe, y poco importa que las huellas gráficas se encomienden a un manuscrito o a la memoria, porque se constituyen en un texto fundamental que es el sujeto en formación. Una política de escritura será así una práctica concreta de emancipación a través del acto de escribir. Consiste en situarse al borde de la totalidad del mundo, en esta soledad que engendra desesperación, pero que se disipa en la reanudación del gesto que autoriza la lectura y que se llama reescritura. En este libro, se nos brinda una visión general del poder de la escritura, como fuerza de resistencia contra lo que nos une.
