«En las últimas décadas, España y otros países europeos vienen siendo participes de transformaciones en las formas que se organizan las familias, lo que habría sido inimaginable en generaciones anteriores. La gran diversidad que se presenta, hoy en día, de tipos de familias y de hogares se ha convertido en un rasgo cotidiano de nuestra época. La gente suele casarse menos que antes y lo hace a una edad más tardía. El índice de divorcio ha aumentado de manera considerable, y esto ha generado, por ejemplo, un aumento insospechado de las familias monoparentales. Otro fenómeno de nuestra época son las denominadas «»familias reconstituidas»», las cuales se arman a través de segundas nupcias o mediante nuevas relaciones que aportan hijos de relaciones anteriores. También, encontramos cada vez más personas que deciden cohabitar antes de casarse o que, en realidad, sustituyen el matrimonio. Evidenciamos un momento de amplio espectro de formas organizativas familiares (Giddens, 2001). Las Ciencias Sociales se ha preocupado desde sus comienzos sobre el tema familia. Ya en los pensadores clásicos la familia aparecía como un fenómeno que debía ser analizado y definido porque se consideraba totalmente indispensable para comprender a la sociedad. La definición de los conceptos de familia, matrimonio y hogar depende de la historia social. Las familias se conceptualizan clásicamente desde los lazos de parentesco que ligan a los individuos, cuyos miembros adultos asumen la responsabilidad del cuidado de los menores. El matrimonio es la unión sexual entre dos personas que adquiere un marco institucional y, que a su vez, vincula un grupo amplio de personas. Los hogares, por su parte, son espacios donde pueden convivir una familia o varias familias de diferentes tipos. Estos planteos, ya clásicos de las familias han sido interpelados por otros que incorporan variables fundamentales que hacen al funcionamiento de éstas y que, hoy en día, moldea su estructura: la división familiar del trabajo (Vazquez Laba, 2008). La diversidad de las formas familiares responden, no sólo al vínculo que existe entre sus miembros si no, también, a las posibilidades de negociación sobre el trabajo remunerado y el trabajo doméstico y cuidado familiar. Por tanto, las relaciones familiares siempre se reconocen dentro de grupos de parentesco más amplios, las denominadas familias nucleares -pareja con hijos propios o adoptados que residen en un mismo hogar-, también responden a una red de parentesco más amplia. Las familias extensas, que incorporan miembros no familiares a sus núcleos de hogar son otro modelos que ha sido protagonista en algunas etapas de la historial de la sociedad, y en la actualidad, la monoparentalidad -madre o padre viviendo sola/o con sus hijos/as- y los hogares unipersonales adquieren relevancia por las transformaciones en la vida laboral, cultural y en las propias subjetividades de los individuos. Y las familias reconstituidas, una expresión bien contemporánea que devela un fenómeno actual donde existe la instancia de «»volver a casarse»» o «»volver a intentar con otra pareja»» que ya tienen hijos de matrimonios o relaciones anteriores. Las familias que se conforman a partir de las segundas nupcias evidencia conexiones de parentesco muy complejas e inéditas que la sociología está tratando de comprender. Así y todo, lejos de extinguirse, las familias están cambiando. En el presente trabajo veremos cómo son los movimientos de las familias en la comunidad de las Islas Baleares, región en la cual confluye una población que ha envejecido, un éxodo de jóvenes con poco retorno y una inyección importante de población extranjera de lo más diversa a partir de los flujos migratorios».
Palabras clave: demografía, familia, género, islas baleares, Vanesa Vazquez Laba.